Biografía oficial. Capítulo 5 "Los años perdidos"

Hoy presentamos la que de momento es la última información conocida sobre Edwin Moses, la que atañe a sus años perdidos en África durante la primera mitad de los años 80, y que aparece publicada íntegramente en el tercer disco del grupo homónimo, "The gospel African years of Jamal Nafsum" (Siesta, 2006). Mientras repasamos con sus biógrafos oficiales toda la documentación que ha llegado a nuestras manos, con el noble objeto de compartirlo con todos sus admiradores en el futuro, disfruten con ella, que nunca se sabe si habrá más...

Al repasar la fabulosa biografía de Edwin Moses, siempre aparece en blanco el bienio 1981-83, veinticuatro misteriosos meses que condujeron a la conversión de Moses al Islam, con el nombre Jamal Nafsum, y a su inesperada resurrección artística.

Ahora, por fin, estamos en condiciones de trazar las líneas maestras de lo que fue, en realidad, una involuntaria peregrinación de nuestro héroe por tierras africanas, hasta desembocar en La Meca y regresar a su país, pasando por la base militar situada en la localidad gaditana de Rota.

Hay que recordar que Edwin ya había estado en África en 1971, acompañando como corista a su amigo Wilson Pickett. Por desgracia, es difícil identificarle en las imágenes del film documental que se grabó el 6 de marzo de ese año en Ghana, en el concierto especial que celebraba la independencia del país, donde participaron, además de Pickett, Santana, Ike & Tina Turner, The Staple Singers, Les McCann & Eddie Harris y Voices of East Harlem (parece ser que él era una de las anónimas voces de este grupo).

En 1981, Moses creyó ver la respuesta a todos sus problemas personales en la fe musulmana y decidió regresar al continente africano en busca de respuestas, abandonando sus años golfos. Su primer destino fue de nuevo Ghana, un país donde había dejado más de un amigo diez años antes. En su capital, Accra, pasó cuatro meses, trabajando en rudimentarios estudios de grabación con músicos locales y escribiendo algunas piezas inspiradas en el gospel y en las polifonías africanas.

En verano, Edwin tuvo que abandonar a toda prisa el país, al verse envuelto uno de sus mejores amigos en uno de los numerosos intentos de golpe de estado que se produjeron aquellas años. La siguiente noticia de nuestro protagonista la recibió su hermano desde Brazzaville, la capital del Congo, entonces gobernado por un régimen marxista ortodoxo, cuyas duras condiciones de vida favorecieron el cambio ideológico de Moses, ya íntimamente convencido de su fe islámica y entregado a una vida ascética, en la que no cabían anteriores excesos. No se conocen composiciones de Edwin Moses de estos 6 meses en el Congo, probablemente los más oscuros de su existencia desde el punto de vista de sus biógrafos.

Tras este período de recogimiento, Edwin Moses cruzó la frontera por el sur para recalar brevemente en Angola, entonces devastada en una guerra de guerrillas, y enseguida siguió hacia el oeste a Tanzania, con la mirada puesta en Etiopía, de cuya riquísima música popular había escuchado maravillas por todo el continente. En 1982, se instaló en Addis Abeba, donde conoció al gran Mahmoud Ahmed, llegando a colaborar en alguno de sus legendarios discos de soul etíope. A su lado, recuperó la inspiración y el gusto por escribir canciones ancladas en el Sur Profundo, como en los años 70. Finalmente, en el mes de octubre de 1982, Edwin Moses pisó los santos lugares de La Meca y, ya redimido y convertido en Jamal Nafsum, se dispuso a cerrar el círculo, regresando a su país.

Arruinado y cansado, tuvo la fortuna de reconocer a un vecino de la infancia en la figura imponente de uno de los guardias de la Embajada norteamericana en Riad. Gracias a él, consiguió embarcar en un vuelo militar hasta la base de Rota, donde vivió 45 días (y donde se cuenta que conoció a la madre de uno de los miembros del grupo español que lleva su nombre: lo que ocurriera entre ellos, probablemente no se sabrá nunca).

Al fin, en febrero de 1983, Jamal Nafsum tomó un avión desde Rota hasta el sur de Florida, y de allí se dirigió en tren a Chicago. Pero ésa ya es otra historia...


Luis Lapuente y José A. Castillo

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