Biografía oficial. Capítulo 3 "Jamal Nafsum vs. Baby Face"

Para los que se estén incorporando a la lectura de la biografía oficial del músico Edwin Moses, recomendarles que lean los capítulos anteriores de su biografía. Sean felices...

Tras unos días en el hospital, Nafsum fue alojado en un pequeño motel. Margie sigue contando: "Tuve que alimentarle y vestirle durante dos meses. No tenía un centavo y no encontraba ningún trabajo. En realidad, yo fui la responsable de que volviera a la música. No es que tuviese una especial fe en su talento, pero no se me ocurrió otra manera de recuperar todo el dinero que le había prestado." (Bendita seas, Margie, por favorecer el regreso artístico de Jamal: los dioses del soul te están eternamente agradecidos).

Durante aquellos años de integrismo religioso -luego relajado paulatinamente-, Jamal compuso algunas de las canciones más bellas de toda su carrera, superando, en nuestra opinión, al mítico LP Dead Town. Entre 1983 y 1986 Jamal pareció hallarse iluminado por el mismísimo Alá, (al menos, ésa es la explicación que daba él) porque compuso 198 canciones, la mayoría de ellas desperdigadas en compañías minúsculas, como Nairobi Records, la propia Jamal Records y otras igual de desconocidas. Muchas aún permanecen inéditas. Margie nos cuenta más cosas de aquella época: "Edwin pudo ganar mucho dinero, pero el muy cabezota lo estropeaba siempre todo. En el año 87 o por ahí, Edwin fue invitado por su amigo Yusef Lateef a participar en un festival bastante importante, ya sabes, viejos músicos de jazz, y entre el público estaban Robert Aguirre, entonces un pez gordo de Sony, y Baby Face, que ya escribía temas para otros cantantes. No conozco bien los detalles del encuentro, pero lo que sí sé es que a Baby Face le gustaron las canciones y que le ofreció algún tipo de trato. Edwin no aceptó porque "se lo había aconsejado Dios, en una charla que habían tenido al respecto", menudo panoli.

Años después Baby Face tuvo un tremendo éxito con una canción que se basaba, según Edwin claro, vete tú a saber, en una melodía que había interpretado aquel día en el festival. Edwin le demandó por plagio, pero el juez dio la razón a Baby Face. Edwin recurrió una y otra vez, pero al final no consiguió nada y además se endeudó hasta las cejas. ¿Qué si es cierto que hubo plagio? No lo sé hermano. Yo no entiendo de música, pero he oído a tipos de los que saben confirmar que se trata de un auténtico robo y que Baby Face debería darle al menos la mitad del dinero que recaudó con aquella canción, así que yo también lo creo. ¿Qué si grabó algo en aquella época? Ya lo creo. El muy condenado no paraba de grabar discos, pero la mayoría eran de esos pequeñitos, ya sabes, siete pulgadas, que le financiaban sus amigos musulmanes o sus hermanos de la Liga Panafricanista, material que nunca llegaba a ningún sitio. No se oían en la radio, ni salían en las revistas. Yo tuve en su día al menos una copia o dos de cada disco que sacaba, un auténtico arsenal, pero hace tiempo que se los vendí todos a un DJ escocés por 100 dólares. Ya, ya sé que podía haber sacado bastante más, pero en aquel momento los hubiera tirado a la basura sin ningún reparo, y sólo me di cuenta de mi error unos años después, cuando vino un japonés dispuesto a pagar lo que fuera por aquello malditos discos. Y ahora vosotros también os interesáis. ¿Es que os habéis vuelto todos rematadamente locos?."

Luis Lapuente y José A. Castillo

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